De todas las cosas extrañas que Alicia vio durante su viaje a través
del espejo,ésta fue la que recordaba luego con mayor claridad.
Años más tarde podía aún revivir toda aquella escena de nuevo, como
si hubiera sucedido sólo el día anterior…, los suaves ojos azules y la
cara bondadosa del caballero…, los rayos del sol poniente brillando por
entre sus pelos venerables y destellando sobre su armadura, con un
fulgor que llegaba a deslumbrarla…, el caballo moviéndose tranquilo de
aquí para allá, las riendas colgando del cuello, paciendo la hierba a
sus pies…, y las sombras oscuras del bosque al fondo…, todo ello se le
grabó a Alicia en la mente como si fuera un cuadro, mientras se
recostaba contra un árbol protegiéndose con la mano los ojos del sol y
observaba a aquella extraña pareja, oyendo medio en sueños la
melancólica música de esa canción.
Todo estaba sucediendo de manera tan poco usual que no se sintió nada sorprendida al encontrarse con que la Reina roja y la Reina
blanca estaban ambas sentadas, una a cada lado, junto a ella; tenía
muchas ganas de preguntarles cómo habían llegado hasta ahí, pero tenía
miedo de que eso no fuese lo más correcto.
—Pero, en cambio —pensó— no veo nada malo en preguntarles si se ha
acabado ya la partida. Por favor, ¿querría decirme si… —empezó en voz
alta, mirando algo cohibida a la Reina roja.
—¡No hables hasta que alguien te dirija la palabra! —la interrumpió bruscamente la Reina.
—Pero si todo el mundo siguiera esa regla —objetó Alicia que estaba siempre dispuesta a
discutir
un poco— y si usted sólo hablara cuando alguien le hablase, y si la
otra persona estuviera siempre esperando a que usted empezara a hablar
primero, ya ve: nadie diría nunca nada, de forma que…
(Alicia a través del espejo)